Una madera especial, con mucho que contar, es la llamada madera de deriva, es muy ligera, más cuanto más tiempo haya pasado en el mar, y está impregnada de la sal del agua en el que ha estado flotando, sin rumbo, no sabemos cuál es su origen, ni el tiempo ni los lugares por los que ha viajado, pero en algún momento el mar la ha devuelto a tierra, y la casualidad ha hecho que se cruce en mi camino en una playa de Cantabria, es un material que me apasiona, su textura, su ligereza, su color y todas las incógnitas que guarda.
Con esta madera en mis manos decidí que podía diseñar piezas combinándola con metal, todo en una pieza, las minas, los árboles y el mar. Desgraciadamente en la orilla también encontramos otros elementos nada propios del entorno, los plásticos que el mar también nos devuelve y que nunca deberían haber llegado hasta el, ¿se podrá hacer algo con ellos? ¿se les podrá dar algún uso antes de que acaben donde no deben? Es por esto que en algunas de estas piezas añado plástico que saco de bolsas y botellas que acaban en mi casa, es una forma de hacer que se vea y se reflexione sobre el tema.